6. ¿Te cuesta ponerte a leer, es decir, tienes que realizar alguna especie de proceso o ritual antes, o te faltan horas en el día para poder devorar todos los libros que te gustaría? Explica la evolución que has sufrido con el paso de los años.

Me resulta tremendamente difícil elegir un solo género literario. Pero, si tuviese que quedarme con alguno, elegiría la fantasía y la ciencia ficción. Son los géneros que más me llaman la atención y sobre los que más he leído. Aunque, para afinar aún más, en cuanto a fantasía prefiero la fantasía épica y, sobre todo, temáticas sobre magia/alquimia; y respecto a la ciencia ficción, la distopía.

He de decir que me estoy dejando en el tintero todo el onirismo, surrealismo que caracteriza a Murakami —escritor que adoro con todo mi ser—, y toda la literatura japonesa que me encanta. Pienso que ha sido mucha más reciente y que no la conozco tanto como los géneros que he descrito anteriormente. 

¡Sí, sí y sí! Los motivos por los cuales empecé a escuchar música mientras leía son muy simples, y estoy segura de que a muchos de vosotros os ha pasado: el ruido. En mi casa ni hay silencio ni hay privacidad. Entre mi madre soltando berridos, las puertas abriéndose y cerrándose, la lavadora, el lavavajillas y mi gata maullando, entre otros, es i m p o s i b l e. Mi casa ya de por sí es bastante pequeña, pero el hecho de que ni mi madre ni mi gata me dejen cerrar la puerta —sino es capaz de montar un pollo y romper la puerta a arañazos— me ha hecho que concentrarme en la lectura o en estudiar me cueste horrores (¡imaginaos la odisea!).

Por esos motivos, y porque en aquella época fue cuando encontré más grupos y definí mi estilo, me sumergí en la música.

¿Por qué quise poner esta pregunta en concreto? Pues bien. Resulta que cuando leí El valle de los lobos, estaba viciada a un grupo de música (My chemical romance concretamente). ¿Qué pasó? Que desde entonces, libro que me gustaba, libro que tenía asociado un disco, un grupo de música, unas canciones. La paranoia llegó a tal punto que, libro al que no podía asociar con algo de música, libro que no me gustaba. Como leéis. Es muy, muy extraño.

Y, aunque aparentemente no tengan mucho que ver, no sé porqué todas las canciones que escuchaba mientras leía y conseguía asociar, tenían una melodía, una voz que lograba que me acompañasen por el mundo al que me había inmerso a la perfección. Como si estuviesen hechos el uno para el otro. Puede parecer una tontería, y es algo que además poca gente sabe, pero tanto la lectura como la música son tan importantes para mí, que juntarlas era como llegar al nirvana. Jurao.

Eso sí, tanto si leo un libro el cual ya tiene asociado un tipo de música como si escucho canciones que ya tienen asociado un libro, me vienen las canciones a la cabeza o cómo me hizo sentir el libro en ese momento, y por ese motivo he dejado de releer o de escuchar algunas canciones. Todo tiene su parte negativa.

¡Y hasta aquí la entrada de hoy! El próximo martes seguramente no publique, pero el martes siguiente, el 29, me tendréis por aquí para otra entrega del reto: ¡Yo leo!

¡Atención!

Recordad que todavía podéis apuntaros al reto. No hay fecha límite. Con que me pongáis un comentario en la entrada o me mandéis un correo electrónico a esta dirección autre.chienne@gmail.com estaréis apuntados. ¿A qué esperáis?

Y tú, ¿lees?

No obstante, en cuanto a trama o historia en concreto, me entusiasman otros libros, como por ejemplo Los renglones torcidos de Dios o El juego de Ender. Ambos consiguen engancharte a la historia desde la primera página. Te hacen sufrir, asombrarte, sorprenderte, emocionarte, reflexionar. ¿Qué más se puede pedir?

(Creo que ya vais conociendo un poco mis gustos, ¿cierto?)

De las diecisiete preguntas que posee el reto, ÉSTA es la que probablemente más me cueste. A pesar de haber encontrado reflexiones, opiniones, formas de ser o actuar similares a los míos entre páginas de libros de muy diferentes índoles, ninguno de esos personajes ha llegado a describirme casi a la totalidad y, por ende, no he llegado a conectar ni a identificarme del todo con ninguno.

Dana, de Crónicas de la Torre, con su ingenuidad, su valentía y su capacidad para anteponerse a las dificultades; Denna, de El nombre del viento, con la habilidad de atraer a cualquier hombre; Felurian, de El temor de un hombre sabio, con su fogosidad, su sensualidad y su magia; Tengo y Aomame, de 1Q84, ambos con características y formas de actuar opuestas pero complementarias; Auri, en La música del silencio, con su gran autodeterminación, capacidad de superación, ilusión e ingenuidad; o Sinclair, de Demian, por su eterna admiración hacia Demian y su evolución a lo largo de los años.

La lista podría hacerse terriblemente extensa por la cantidad de personajes, tanto principales como secundarios, que he leído a lo largo de mi vida, pero podría decirse que estos son los principales. Los que más me han llenado, con los que más me he visto reflejada, y los libros más recientes, para qué negarlo.


Y hasta aquí la entrada de hoy. Siento haber tardado tanto. Espero poder publicar con más asiduidad las siguientes semanas. Prometido.


¡Atención!

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